Bienvenidos a EL hábito fantástico, donde todos deseamos que los niños nos obedezcan a la primera, ya sea como padres o como profesores. Pero, ¿qué implica que los niños nos obedezcan? Si pensamos en el niño ideal, pensamos en un niño sumiso, tranquilo y paciente, alguien que nos obedece sin discusión. En cambio, cuando se piensa en el adulto ideal, se piensa en alguien libre, con criterio propio y que busca lo que quiere. Pero, ¿cómo es posible que un niño pase de ser sumiso a ser libre de la noche a la mañana?
La mayoría de las personas tienden a pensar en extremos: un niño completamente sumiso o un niño completamente anárquico. Pero lo ideal es encontrar un equilibrio. Aunque no encontremos ese equilibrio de inmediato, lo más importante es sentarnos juntos y reflexionar. Y si lo que buscamos es que los niños nos obedezcan a la primera, proponemos la creación de normas. Estas normas deben ser pactadas y consensuadas por todas aquellas personas que se verán afectadas por su cumplimiento, tanto adultos como niños. Aplicables en un aula, hogar o cualquier lugar donde interactúas con niños. Al ser creadas por todos, estas normas nos brindarán libertad para movernos sin tener que pedir permiso ni disculparnos, sabremos lo que podemos y no podemos hacer con nuestros compañeros.
Es importante también crear una consecuencia a no cumplir estas normas. Si hay normas pero no hay consecuencias, las normas no tendrán sentido. Estas consecuencias también deben ser pactadas, creadas y consensuadas por todos. La creación de normas y consecuencias debe ser en un momento de tranquilidad y paz, donde todos estén contentos. Si alguien se salta las normas, siempre se debe informar desde la calma y recordar que hay una consecuencia, sin culpabilizar. Ya sea en casa o en el aula, las normas que se han creado poco a poco se convertirán en hábitos.
Si notas que tus hijos o alumnos se olvidan de las normas, no te preocupes, poco a poco se irán inscribiendo en su día a día. Este es el truco del almendruco para que te obedezcan a la primera: crear normas y consecuencias, consensuarlas entre todos y convertirlas en hábitos. Esperamos que esto te haya servido y te anhelamos saber tu truco del almendruco para que te obedezcan a la primera en el hogar o el aula.