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Hola y bienvenidos a El hábito Fantástico. En este contenido comenzaremos una serie de publicaciones que llamaremos «Mitos Montessori», en la que hablaremos sobre las cosas que solemos escuchar sobre el método Montessori en internet, en foros, Facebook, Instagram, Twitter, etc. que parten del desconocimiento. Por eso, hemos creado esta serie para terminar con esos mitos.

Los niños no hacen lo que quieren en Montessori

Uno de los mayores mitos sobre el método Montessori es que «Los niños hacen lo que quieren». Esta crítica se da desde la perspectiva de alguien externo que no sabe lo que ocurre dentro del ambiente Montessori. Es decir, desde fuera, todo se ve caótico, como si los niños no tuvieran ninguna directriz y el profesor no tuviera nada que hacer. Cada niño parece hacer algo diferente y todo parece ser un desorden total.

¡Pero esto es completamente falso! El método Montessori se basa en dos frases: «Ayúdame a hacerlo por mi mismo» y «Sigan al niño». Estas dos frases son la base de todo lo demás. En Montessori, el guía o profesor es un mero observador de lo que ocurre en el aula. Debe enviar al niño en su desarrollo de conocimiento, pero no obligarlo a aprender lo que no quiera o no esté preparado para aprender. A través de su observación científica como un elemento externo al ambiente, el guía observa los intereses de cada niño y lo que cada uno tiene despierto dentro de él o ella misma. A partir de eso, el guía tiene la información necesaria para saber qué ofrecer a cada niño en cada momento.

Si el guía ve que a un niño le interesa aprender las letras, las presenta. Pero antes de eso, es posible que haya que presentar otros materiales que preparen al niño para recibir ese conocimiento. El guía analiza a cada niño individualmente y al grupo en general para ver qué es lo que cada uno está preparado para aprender. Todo esto lo apunta en su tabla de guía para saber cuándo hizo cada presentación y cuándo el niño estuvo o no preparado para ese conocimiento.

Desde fuera puede parecer que los niños hacen lo que quieren en Montessori porque cada uno está con un material diferente, pero en realidad, el niño está respondiendo a las necesidades individuales de aprendizaje. Es importante confiar en lo que ocurre en el aula y en el guía, quien es el que determina el orden y el rumbo del aprendizaje.

Un ambiente armónico en Montessori

Lo que ocurre es que el ambiente tiene su propia armonía y su propio rumbo, aunque desde fuera no parezca así. En Montessori, los niños están realizando su autoaprendizaje con la ayuda y guía del observador externo que está siempre presente para ofrecer su apoyo. Los niños, al igual que los científicos, no quieren ser interrumpidos en su proceso de aprendizaje o en su proceso de búsqueda del conocimiento, por lo que hay que dejarles desarrollar su investigación.

Cuando la investigación deriva en conversaciones entre ellos, en juegos o en otros factores que ya no tienen que ver con el conocimiento, es el momento en que el guía debe intervenir. Observa todo lo que ocurre y pone orden. Así como un científico puede tener un momento de desconexión de su actividad porque recibió una llamada o alguien lo interrumpió, lo mismo ocurre en el aula. Los adultos tenemos la capacidad de volver al trabajo, y los niños pueden necesitar una ayuda externa para volver a su tarea.

En conclusión, los niños no hacen lo que quieren en Montessori. El método se basa en la observación científica y en ayudar al niño a desarrollar su potencial individual. Cada niño tiene su propio ritmo de aprendizaje y su propio proceso de individualización que debe ser respetado. En Montessori, se fomenta la independencia, la responsabilidad y la colaboración entre los niños.

Esperamos que este contenido en El hábito Fantástico haya desmentido el mito de que los niños hacen lo que quieren en el aula Montessori. Nos vemos para vivir, aprender y enseñar con El hábito Fantástico.

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